Nouvelle Vague.


Yo soy del contacto personal. Necesito rodearme de gente, interrelacionarme con ellos, hablar, escuchar y ser escuchado; disfruto el contacto, el manejar un lenguaje, una serie de códigos que nos hace tener afinidad o desafinidad. Necesito a diario encontrarme con alguno de mis amigos o con la mayor parte de ellos que me sea posible, le tengo un poco de miedo a la soledad, tal vez es eso. Hace unos meses irrumpió el Twitter en el plano tecnológico y social, esparciéndose de manera fugaz y ganando adeptos a la velocidad con que toda nueva ola (y sobre todo las tech-waves) se caracterizan, el Twitter llegó y se impuso. El Blackberry fue el precursor, sin la proliferación de este aparato telefónico hubiese sido casi imposible el éxito del segundo, ya que el estandarte del llamado BB era precisamente la disponibilidad ilimitada, al alcance de un PING. Antes de todo esto estuvo el Facebook, quien puso la primera piedra en esta especie de Muro de Berlín que nos hemos creado (muro cuya caída cumplió el mes pasado 20 años por cierto), dándonos la herramienta de publicar cuanta información personal fuera posible disfrazada de una llamada "red social", sin darnos cuenta que la privacidad es una de esas cosas, a modo de caja de Pandora.

No es ningún secreto mi aversión hacia el twitter, de hecho desde hace un tiempo se me ha tildado de intolerante hacia este medio e incluso ya tengo un personalidad en twitter, una especie de personaje antagonista bajo el seudónimo de @gochohater o @twitterhater, personalidad que me parece bastante divertida por cierto, y a la cual ya le tengo bastante cariño. Mis allegados, usuarios de twitter, la crearon y ahora circulo por dicho medio bajo ese "mention" (sí, porque incluso conozco la terminología twitteriana) hecho que me parece bastante jocoso y hasta bonito. Esos mismos allegados han tenido que soportar toda mi cruzada anti twitter y en pro de las relaciones personales directas, mis comentarios sarcásticos y ácidos en contra del pajarito e incluso mis malos humores o mis ataques de histeria, y a los cuales les pido disculpas de antemano por todo eso y les agradezco su paciencia. Pero mi aversión no es mal infundada como algunos piensan, tampoco soy tan hater como me pintan, sólo que hay cosas que me preocupan e incluso me deprimen en medio de esta nueva ola del microblogging y las cuales paso a exponer.

No sé si se han dado cuenta pero el hombre moderno cada vez presta menos atención a su entorno físico, vamos por la calle con nuestros celulares en mano, revisando cualquier mensaje de texto, atendiendo llamadas, e-mail en buzón de entrada, notificación nueva de Facebook, fotos, status y ahora tweets, yo comprendo totalmente que la vida moderna nos ha puesto en frente nuevas y más inmediatas necesidades que nos vemos empujados a resolver pero una cosa es adaptarse a la modernidad y otra muy diferente es consumirse por ella. Los usuarios Blackberry y más aún, los usuarios Blackberry con Übertwitter tienden a alienarse en medio de la calle por revisar sus updates y peor aún, en medio de una conversación, me parece de suma mala educación estar en medio de una conversación y ver como el rostro de la persona que tengo en frente va descendiendo gradualmente hasta que literalmente me deja con la palabra en la boca, resulta hasta gracioso ser testigo de este proceso porque incluso tiene sus pasos: primero sus manos tocan sus bolsillos porque sintió la vibración del celular luego procede a sacarlo, le echa una ojeada fugaz para darse cuenta que tiene una nueva notificación, levanta la cara nuevamente para hacerte creer que sigue atento a lo que estás diciendo, pasan unos tres segundos otra ojeada fugaz y abre la notificación, levanta la cara nuevamente e incluso asiente con la cabeza o agrega un "Claro, por supuesto, tienes toda la razón" como para que no te sientas mal, luego poco a poco su cabeza baja, esto es hermoso, levanta nuevamente, baja baja baja BAJA, hasta que sencillamente está metido en la pantalla del Blackberry y la voz de uno se convierte en la clásica voz de la maestra de Snoopy, en ocasiones como esta incluso he dejado de hablar para ver si al menos se dan cuenta que uno hizo una pausa en el cuento y NO, no se dan cuenta, sencillamente uno pasa a ser una especie de hilo musical de ascensor, y una vez que hayan revisado los tweets de sus amados followers, levantan la cara muy dignos ellos y con una sonrisa muy amplia tratan de continuar la conversación que en este punto, tiene tanta importancia como los comentarios de un partido de ajedrez.

A su vez están dos factores hiper importantes dentro de las relaciones sociales: la privacidad y la capacidad de asombro. Tener un twitter a mis ojos es darle una llave de tu privacidad a una serie de personas, las cuales no todas merecen tenerla, lo siento por los twitteratis pero señores, yo me sentiría incómodo y expuesto con el hecho de que 84 personas, algunos más allegados que otros supieran que hago durante cada hora de mi día, supieran que comí, o en que fiesta estoy, que pienso de mi suegra o si me toca trabajar hasta las diez. Por otra parte yo amo la conversación, me parece fascinante ese proceso de entrelazar ideas, amalgamar comentarios, buscar palabras, la gestualidad e intención que se le ponga a cada frase pero sobre todo amo ese asombro ante cada comentario, esa cantidad de cosas nuevas que tiene para contarme una persona cada vez que nos conseguimos, entonces, gracias al twitter me ahorro (o mejor dicho, me pierdo) todo eso, ya que una vez que se consiguen los usuarios de twitter, ya saben todo lo que le ha pasado o ha pensado la otra persona porque obvio ya leyó todos sus updates, entonces lo único que les queda es reforzar todo lo que la restricción de los 140 caracteres no les permitió ahondar. No necesito saberlo todo, no quiero tampoco saber todo lo que piensan las personas que me rodean, es cierto que el vouyerismo es divino y placentero pero por favor dejemos algo a la curiosidad, a la adivinatoria, a la duda, entonces aún no tengo muy claro si el twitter acorta o aleja distancias, me inclino más hacia lo segundo.

Para ejemplificar todo lo anterior: he tenido conversaciones de carácter serio que se han visto pausadas por un status muy jocoso de algún follower y en medio de mi seriedad explota una risa complaciente de mi interlocutor, hay personas en Valencia o Puerto Cabello que saben más de la vida de mi mejor amiga con la cual convivo y trabajo diariamente que yo mismo porque obviamente ellos tienen twitter y yo no, a otra le robaron el Blackberry por andar twitteando en la calle que vio a una señora muy mal vestida, otro amigo tenía como decimos en Venezuela "dos guisitos en el horno" un día tenía una cita con uno y como lo twitteó el otro se enteró y kaput!! sin el chivo y sin el mecate, ahora mi amigo debe estar en eso de la cocina micro-orgánica pero eso no lo sé porque no tengo twitter, un amigo que es como mi padre mee tilda de estar "out" y perderme de la diversión por no tener una cuenta en la base de datos del azulejo, una amiga que vive lejos después que se perdió como por dos semanas le dije que no sabía nada de ella, que le escribía al Facebook y no me respondía, que ya no se conectaba al msn y no me respondía los mensajes de texto, su respuesta "Ay papi es que no tienes twitter y yo ahora lo hago todo por ahí!" WHAT?? una cosa es que no tenga twitter y otra muy distinta es tener un virus infeccioso que me encierre en una burbuja de plástico.

Sin embargo esa misma amiga, en medio de mi psychotic breakdown después de semejante respuesta, me dijo la frase más sabia que le he leído a un twittero "Un momento, yo no soy una enferma, yo cada vez que estoy en medio de una conversación y me llega algo al Blackberry pido permiso para usarlo", me pareció un gesto de una elegancia y educación máximas y que muchos deberían implantar en su vida diaria, pedir una disculpa, un permiso, notificar que se van a ausentar por breves segundos y que después podrán prestar toda la atención debida al tema que se estaba tratando, ¿No es lo mínimo que merece una persona que está gastando tiempo, saliva, oxígeno y neuronas?

Hace poco realicé un experimento entre mis amigos portadores de Blackberry y usuarios de twitter todos, les cronometré el tiempo durante veinte minutos a cada uno, sin que se dieran cuenta para probar con que frecuencia lo revisaban, el resultado: cada cinco minutos aproximadamente, tomando en cuenta esto recurrí a las matemáticas que nunca fallan, estas personas en una hora revisarían sus celulares unas doce veces y suponiendo que cada vez que revisan los updates de twitter emplearan un minuto, esto llevado a las veinticuatro horas que tiene un día, y asumiendo que dichas personas duerman las respectivas ocho horas diarias que requiere el cuerpo humano, emplearían en twitter 192 minutos diaros, que se traduciría a TRES HORAS CON QUINCE MINUTOS AL DÍA!! Yo quisiera tener en mi vida tres horas extras, para dormir o leer un libro o mejor aún, para ver una película, si tuviera esas tres horitas ya hubiese leído la biblioteca que tengo de libros pendientes o hubiese visto todas esas películas que compré en la Central y aún no he podido ver. En resumidas cuentas, no, no tengo twitter y no lo tendré porque no estoy dispuesto a regalarle tres horas de mi día a un Geek en Ohio o Alabama o Atlanta yo que sé para que se haga multimillonario, not.

Y me perdonan todos, con el debido respeto que se merecen a su libre albedrío, al empleo de su tiempo a como mejor les plazca, si quieren documentar cada hora de su día, o les parece divertidísimo publicar una foto del plato que están comiendo de almuerzo, tampoco es un ataque de paranoia hi-tech, ni que los estoy reprendiendo. Simplemente me queda recordarles a todos aquellos microperiodistas que: según los propios creadores del twitter, fue credao con la finalidad de difundir información, por ejemplo a mi me parece hermoso que la NASA haya rifado los cien primeros puestos para el lanzamiento del Mercury hace unas semanas entre usuarios de twitter para darles la primicia de la noticia y hacerlos una especie de "periodistas live" o que la campaña de Smirnoff "Be There" tenga como estandarte el microblogging por aquello de estar presente=Be There, o que un artista se comunique con sus fanáticos a través de este medio, pero, y digo esto después de revisar varios twitters para encontrarme con tweets bastante vacuos, la vida de algunos twitteros no es tan cool como la NASA, la vida de The Pixies o Julieta Venegas (cuyo twitter es bastante divertido btw) y mucho menos tiene la trascendencia del Mercury, pero eso se seguirá tildando como mera misantropía mía.

No los estoy criticando, sólo los trato de educar, sigan con sus twitters, a los cuales les doy el crédito de ponerles una sonrisa en la cara y entretenerlos, mientras tanto yo seguiré pensando que cada vez nos acercamos más a la era Wall-E. Nos vemos...en persona.

Bandera.


Yo crecí (en la frontera Colombo-Venezolana) escuchando a juro vallenatos, salsa, merengue, los discos de Donna Summer y Abba de mi papá, entre otras cosas que me fueron llegando con el tiempo.
Como a los nueve años me llegó Aterciopelados con su tradicionalismo desenfadado, su culto a lo esotérico, su colorido y su himnos a lo busetica colombiana, con sabor a aguardiente Extra.
Ahora, a los 23, me llegó Juan Son, con su multisexualidad, sus letras en anglo ornamental y su vestimenta barroca-surrealista-dark.
Aterciopelados cantan en modismos colombianos, con predominio de dichos populares colombiches. Juan Son, chicano de nacimiento, adosa su disco con un spanglish divino.
Aterciopelados pone en una de sus portadas a María Lionza, el Negro Primero y Guaicaipuro mientras que a Juan Son ni se le nota que es de la tierra de los tamales y hace covers de Cheap Trick.
Aterciopelados cantaba la historia política y socio-cultural de Colombia en una de sus canciones y Juan Son le canta a una sirena cruel que le da sushi en la boca.
Aterciopelados se niega a hacer el crossover gringo y sin embargo los han nominado tres veces al Grammy (al gringo, no al latino porque ese es un comodín que se inventaron por esa presión autoimpuesta de la "igualdad") mientras que a Juan Son le falta nadita para pegar en Billboard y ser el próximo Mika.
A Aterciopelados los amo por enseñarme en clave de Sol su idiosincracia junto con el realismo mágico tan nuestro, y a Juan Son por demostrarnos que en este tercer mundo se puede hacer un disco estilizado y chic.

Con el occidente dictándonos la geopolítica del conocimiento, la música, la economía, la filosofía y demás, yo logré crecer en medio de la línea fronteriza entre lo que nos inyectó el viejo continente y el lenguaje que moldeamos nosotros en base a lo que nos trajeron.

Gracias a ambos por demostrarme que puedo ser de aquí y de allá.